La Casa de los Árabes, en La Habana Vieja
Por Anónimo.
Casa de los Árabes, un hogar auténtico
El Museo Casa de los Árabes de La Habana se inauguró el 16 de noviembre de 1983, gracias a un proyecto de restauración oficiado por la Oficina del Historiador de la Ciudad.
Conocido como el primer museo etnográfico construido en la capital cubana, el museo persigue el objetivo de hacer trascender en Cuba los valores de la cultura árabe, transitando por sus tradiciones, arquitectura, costumbres, y arte.
El estudio de la presencia árabe en la Isla, partiendo del periodo de la colonización española hasta un gran movimiento migratorio que se originó entre los siglos XIX y XX, es otro de los fines que busca el lugar, teniendo en cuenta que entre 1906 y 1913 arribaron a la isla, tres mil 758 inmigrantes clasificados como árabes, turcos y egipcios.
Poco tiempo después, entre 1920 y 1931 entraron otros nueve mil 337 emigrantes catalogados como árabes, libaneses, palestinos y sirios, comenzando así un proceso de inserción de árabes en la sociedad cubana mediante perfiles ocupacionales, religiosidad, matrimonios, conservación y transmisión de tradiciones o asociaciones.
Uno de sus atractivos principales es que varias de las piezas que se exponen en el museo fueron concedidas por personalidades del mundo árabe islámico, así como por diplomáticos cubanos, familias prestigiosas de la cultura del país e incluso, algunos objetos fueron donados por el líder de la Revolución cubana Fidel Castro Ruz y su hermano, el también Comandante Raúl Castro.
Cuenta la historia que la edificación donde hoy se encuentra la también conocida como Casa de los Árabes de La Habana, fue erigido originalmente a fines del siglo XVIII y principios del XIX, un sitio donde antes se estableció el Colegio de San Ambrosio entre los años 1689 y 1774. Fue el hacendado Ambrosio Marcos Zayas Bazán el primer dueño de lo que en aquel entonces se nombraba: La Casa de los Notarios.
El inmueble actual fue restaurado y reinaugurado el 20 de febrero de 1997 con nuevos conceptos e ideas que incluyeron la exposición de mapas con leyendas relacionadas con la cultura árabe islámica.
Exposiciones de permanente atractivo
Siete son los salones de exposición permanente que se pueden apreciar una vez dentro del Museo. Por ejemplo, la sala del Inmigrante árabe es poseedora de documentos, fotos y objetos personales de árabes emigrados en Cuba que enseñan la vida de los jornaleros, vendedores ambulantes y comerciantes.
También están presentes en ella la estampa de hombres de la ciencia, la política, la historia y la cultura, lo mismo de algunos nacidos en la región como de los descendientes de aquellos emigrantes conocidos como «moros» que contribuyeron con la nación cubana, personalidades entre las que destacan los doctores Juan y Pedro Kourí, el innovador de la guayabera(1), Said Selman Hussein o la pianista Ñola Sahig, por solo citar unos pocos.
Por su parte, la sala Modos de vida contiene piezas relacionadas con quehaceres y formas de ser y de actuar del hombre árabe en su andar cotidiano. Elementos que implican su relación con el desierto, el mar, la fauna y el agua, descritos etnológicamente en áreas adaptadas con objetos de la vida diaria.
De ahí que se aprecie el ambiente beduino del norte de África, el interior de una tienda beduina o de cómo se desarrolla la pesca de la perla, una actividad relacionada con los pueblos marítimos de la península arábiga.
Quizás el salón más interesante a la vista de quien visita el Museo Árabe de La Habana sea la Sala de armas, un espacio donde se aprecian instrumentos con características estilísticas y técnicas propias de la armería islámica de diversas zonas de este lado del mundo.
Allí encontrará una colección de jambiyas, un arma que se halla entre las más usadas en los siglos XVII y XVIII, la cual es empleada igualmente en fiestas de circuncisión y ceremonias nupciales.
Por otro lado destacan sobremanera los sables de ceremonia, fusiles de chispa del siglo XIX naturales de Europa y hechos para comerciar en el norte de África, yataganes turcos y gumias del Siglo XIX, las cuales son dagas típicas de la región norte del continente africano.
La mayoría de las armas están totalmente revestidas en oro y plata y ornamentadas con suma delicadeza. Se trata de una las colecciones más completas de Cuba.
La Sala El Zoco reproduce un mercado árabe con áreas consagradas a las vestimentas, las alfombras, piezas de metal u otros materiales y ambientes creados con escenas dedicadas a la venta del cafè y otros productos.
Para los enamorados está la Sala Romántica con una colección adornada con objetos pertenecientes a familias y personalidades cubanas que se hicieron con ellas gracias a viajes realizados al Oriente Medio, Asia, África del Norte y el sur de España.
Por ejemplo, pinturas, vestuarios y accesorios de uso personal procedentes de Egipto, Palestina y Turquía pertenecientes a la escritora cubana Dulce María Loynaz del Castillo y su familia, que han sido donadas al museo y ahora sobresalen en la colección expositiva de este salón.
La Sala de Oraciones no solo es única de su tipo en Cuba sino además en América Latina y en ella se recrean elementos decorativos propios del Islam. Allí se encuentran también el Mihrab, sepulcro que indica la Quibla, orientado hacia donde se halla La Meca, lugar al cual dirigen sus plegarias los musulmanes y el Minbar, tribuna desde el cual el Iman dirige la oración.
Entretanto, la Sala hispano-árabe es donde se exhiben piezas que dejan ver la influencia árabe en la cultura hispana. Digno de admirar es la colección de muebles que se remontan de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX confeccionados en su generalidad en España, con predominio del arte geométrico musulmán con la técnica de la taracea.
Por último y no menos atractiva se encuentra la sala dedicada a las Civilizaciones Preislámicas, salón donde resaltan objetos que pertenecieron a culturas que existieron antes del Islam, como la babilónica, que antecedieron a países como Egipto, Irak y Siria.
En ella se acopian papiros egipcios que nos descubren la vida religiosa y social de esta cultura antigua con jeroglíficos, esculturas y tapices.
No son pocas las joyas de la cultura arábiga que podrá disfrutar en el interior de cada uno de estos salones, como por ejemplo la nombrada Rosa del desierto, una extraña formación calcificada que simula una flor y solo se halla sobre superficies arenosas; asimismo hay una gran cantidad de marquetería con incrustaciones de diversas maderas preciosas y nácar.
Mucho más que un museo
La Casa de los Árabes de La Habana es mucho más que un simple museo donde admirar figuras inanimadas. El centro es dueño de una programación cultural y educativa, que además ofrece visitas dirigidas, conciertos, conferencias, exposiciones, espectáculos de baile, presentaciones de libros, encuentros poéticos, degustación de platos típicos, exhibiciones de vestuarios tradicionales, cursos de post-grados, y atención social al adulto mayor y a niños de la comunidad.
Entre sus múltiples funciones está igualmente la de ofrecer su espacio para las tertulias de los fieles musulmanes árabes, asiáticos y africanos que residen de forma permanente en Cuba, aunque del mismo modo abre sus puertas a extranjeros.
Dentro del museo hay también una biblioteca, conocida como Ibn Jaldun, que posee substanciales colecciones de temas tanto árabes como islámicos, incluida una compilación del Corán.
Reproducciones de crónicas históricas que datan del siglo XIX, ensayos sobre el Islam y pasajes de historia y arte árabe e islamita de la contemporaneidad están de igual modo puestos a disposición del visitante.
Donde se encuentra
El Museo de los Árabes Situado en la calle Oficios número 16, entre Obispo y Obrapía, La Habana Vieja, el Museo puede ser visitado en el horario comprendido entre las 8:30 de la mañana y las 4:30 de la tarde, siempre de martes a viernes.
Puede también escribir al correo electrónico arabes@bp.patrimonio.ohc.cu si desea obtener más detalles del sitio.
Según el Doctor Rigoberto Menéndez, director de la institución por más de 20 años, en la actualidad no existe una comunidad árabe en la Isla sino una sociedad cubano-árabe con un segmento asociado a la Unión Árabe de Cuba, la cual se compone de más de 70 mil descendientes que protagonizan actos de solidaridad con la tierra de sus ancestros; por lo que el museo viene a ser para estos y todo el que se muestre interesado en adentrarse en esta colosal cultura, mucho más que un hogar.